Texto y documentos publicados en la web: Documentos de arte en Chile, Facultad de Filosofía y Artes, Universidad Alberto Hurtado. Línea de investigación Fondart 2021.
Extractos del texto:
El archivo fotográfico perteneciente a los retratos de los soldados mutilados de la Guerra del Pacífico (1879-1883)1, ha sido estos últimos años objeto de citación, apropiación e intervención por parte de una escena artística contemporánea en Chile. Conformado por 172 fotografías realizadas en colodión húmedo, el archivo expone la cruda realidad de la posguerra del conflicto chileno contra la coalición peruana/boliviana, presentando los cuerpos semidesnudos y mutilados de los ex soldados, además de manifestar una estética residual influenciada por los principios pictóricos de la Modernidad, tal como es la decoración de estilo burgués, con plintos, sillones y fondos de naturaleza bucólica y ficticia que acompaña a los retratados.
El archivo fotográfico de los soldados mutilados fue creado en 1884, periodo en que miles de ex combatientes retornaron heridos e inválidos de la guerra, encontrándose en el territorio chileno sin sustento económico e imposibilitados de retomar sus antiguos oficios. Según los datos consignados por el oficial del ejército Carlos Méndez Notari en su libro Héroes del silencio: los veteranos de la Guerra del Pacífico (1884-1924), más de 4.081 hombres que en la época previa al conflicto habían sido en su gran mayoría empleados en distintas labores y oficios (zapateros, obreros, artesanos, campesinos, etc.), regresaron de éste gravemente heridos. Antes de enrolarse, muchos de ellos todavía eran niños y adolescentes (p.30).
Frente a la crisis humanitaria e institucional que surge en la postguerra con respecto a las lesiones de los sobrevivientes y la necesidad de entregar por parte del Estado un reconocimiento, el presidente Domingo Santa María (1825-1889) encomienda al médico cirujano del ejército, el doctor David Salamanca Montero (1844-1920), realizar las gestiones pertinentes a fin de encontrar los recursos posibles para la compra de prótesis y la otorgación de pensiones. Una de las necesidades fue producir las pruebas de validación de las heridas corporales, para ser presentadas a la Comisión de Sanidad del Ejército de Chile. En un escenario decimonónico y positivista de la historia, la fotografía considerada una prueba “objetiva y veraz” fue la técnica que se utilizó para reproducir las condiciones y mutilaciones de los cuerpos. La tarea fue delegada a los estudios fotográficos Díaz & Spencer y Leblanc y Adaro, quienes en 1884 retrataron a 172 ex combatientes, entregando posteriormente al ejército, seis copias a la albúmina2 de cada retratado, más una fotografía personal a modo de obsequio3.
La creación del archivo de los soldados mutilados no tuvo como objetivo hacer públicas las imágenes, ya que las exigencias del encargo corresponden a la validación del hecho en un periodo de racionalismo positivista, al entender al medio fotográfico como un documento verídico. Las imágenes quedaron restringidas a un uso médico y privado, al contrario de lo acontecido con otras fotografías que documentaron directamente la guerra chilena, la guerra de Secesión en EEUU, o la de Crimea en 1853-564, siendo ésta última, el primer conflicto fotografiado y difundido masivamente en los periódicos y revistas de aquel tiempo.
El cuerpo excluido y regido por una biopolítica de marginalización es uno de los aspectos relevantes que aparece en las distintas versiones de Mario Soro, en las que el proceso de instalación e intervención del archivo fotográfico de los soldados mutilados juega un rol central. Otro autor que ha utilizado las figuras del archivo de los ex soldados es el artista Luis Montes Rojas, quien en la exposición individual Contra la razón (2019, MNBA), expuso la serie fotográfica “Ornamento” (2014), compuesta por algunas figuras del archivo de los soldados vaciadas en bronce, y posteriormente fotografiadas en los espacios decorativos de un anticuario.