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Curaduría, 21 de agosto al 20 de octubre, 2018.
Artistas: Laura Anderson Barbata (México) y Liliana Angulo Cortés (Colombia).
Centro Cultural España. Proyecto realizado en colaboración entre el CCE y la Macroárea de Artes de la visualidad del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.  

Fotografías de Joaquín Jímenez y gentileza del Centro Cultural de España en Santiago de Chile.

“Tiempo Local: arte y activismos para una memoria fronteriza” nace desde la mirada crítica y los procesos de afecto/afectación de dos trabajos correspondientes al arte y a los activismos colectivos. Uno es Julia Pastrana: su vuelta y sus raíces (2003-2018), realizado por la artista mexicana, Laura Anderson Barbata y el trabajo ¡Quieto Pelo! (2008-2018) de la artista afrocolombiana, Liliana Angulo Cortés. Estas dos instancias de investigación, creación y documentación, dan cuenta del valor de los procesos colectivos para afectar lo cotidiano, así como cuestionar los legados y dictámenes impuestos por las estéticas hegemónicas y coloniales. Un pensamiento que se extiende entre otros, a los cruces y conflictos entre los roles de una figura de artista y un sujeto de observación, al concepto de obra como arte versus el oficio, o las relaciones entre mercado y cuerpos.En el trabajo Julia Pastrana, su vuelta y sus raíces (2003-2018), la artista Laura Anderson Barbata utiliza distintos medios como video proyección, fotografías de performances, mapas, registro documental y fanzines que relatan la vida de Julia y las relaciones con los diferentes estratos contemporáneos de esclavitud y sometimiento. El fin es configurar un pequeño espejo de la vida de la artista sinaloense, Julia Pastrana (1834-1860), quien fuera llevada a Europa en el s. XIX para ser exhibida como objeto de observación; realidad que interpela directamente nuestro tiempo presente y local, hecho de no lugares y zonas de exclusión.
En el proceso activista, la artista Laura Anderson Barbata y un extenso tejido de relaciones con la comunidad de Sinaloa, del mundo artístico, político, diplomático y científico, logran después de una larga evolución de trámites, repatriar el cuerpo de Julia desde la colección Schreiner (Universidad de Oslo, Noruega), a su ciudad natal en Sinaloa, México; transformando en este proceso los designios del dictado colonial.La condición de individuo que ha sido sometida a la mirada científica por sus cualidades de rareza,  es transformada al asignarle el gesto activista un certificado de defunción; un carnet que “otorga” una característica humana de pertenencia al señalar las fechas y los procesos de vida y  muerte.  Este gesto y otros, posibilitan el retorno del cuerpo de Julia, que viaja desde el Departamento de Anatomía del Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Oslo  a su ciudad natal.En la exposición, la documentación y los distintos medios exponen la travesía mancomunada entre artista y comunidad,  con el fin de reivindicar  la figura y vida de Julia Pastrana, en un proceso local de construcción identitaria  y encuentro.

La relación con los otros como ejercicio performativo de crecimiento y cuidado, igualmente es recogido en el proyecto ¡Quieto Pelo! (2008-2018) de la artista Liliana Angulo Cortés. En la exposición, un gran mapa transversal se extiende por los muros en los cuales se disponen más de 100 fotografías de peinados realizados por mujeres peinadoras de comunidades afrodescendientes, pertenecientes a un mapa de diásporas a lo largo del continente americano. Los registros y el trabajo de video documentación profundizan en el conocimiento de una dominación que acusa la diferenciación entre pelo bueno y malo: una censura de la imposición blanca que dicta qué es bello y qué debe ser corregido. El mapa expuesto por la artista es un trazado que disloca la trayectoria ominosa del pensamiento colonial como es la ruta esclavista; al contrario, el ejercicio colectivo abre un espacio de poder performativo en el cuidado y creación de peinados únicos; unidos por el proceso de transfiguración en un viaje de antiguas y nuevas memorias. A partir de estos dos trabajos la exposición plantea cruces con los procesos colectivos de afectación, afectos, memorias, decolonialismos y miradas críticas hacia las imposiciones estéticas sobre los cuerpos. El detalle de los mapas es un ejercicio con las rutas coloniales del pasado, empero con las que persisten y se crean en el presente. El ejercicio de reescritura colectiva de la memoria es una forma de anular las imposiciones coloniales que todavía —y con fuerza— siguen insertas, desde este aspecto, el título Tiempo Local alude a esa identificación con nuestras propias historias coloniales, intertemporales e interterritoriales.Las experiencias colectivas de ambos trabajos, productoras de procesos de autopoiesis, transferencias y reescrituras de las memorias, no exponen únicamente una postura de análisis hacia la historia colonial, sino una praxis y determinación política del ejercicio corporal y afectivo del reconocimiento. 

Desde el discurso de una teoría fotográfica, las obras  invitan a pensar cómo se genera esa relación con los otros, cómo reflexionar sobre las formas y las disposiciones de las miradas (del autor y de quien “se representa”)  para ubicar a los otros en la escena del arte.Texto muro:El espacio del arte no ha estado exento de las narrativas hegemónicas producidas bajo los formatos de exhibición, albergue y colección. Bajo la premisa de una estética universalizada y normativa y desde la perspectiva de una óptica lejana, estas estructuras dan cuenta de las complejidades y escisiones que se encuentran al momento de reflexionar sobre los términos artista y sujeto de estudio, cuerpo y mercado, obra y oficio. En este marco, las memorias tejidas por otras y otros, se sostienen en la potencialidad de una autodeterminación de la mirada frente a una (im)posibilidad de la representación.Así, en la obra Julia Pastrana, su vuelta y sus raíces (2003-2018) de Laura Anderson Barbata (México), el régimen de la mirada decimonónica que construyó en la otredad su valor monetario, es intervenido con una serie de acciones que logran después de un largo proceso, repatriar los restos de la artista Julia Pastrana (Sinaloa,1834-1860), quien en el s. XIX fuera llevada a Europa para ser utilizada como objeto de análisis. La documentación y los distintos medios expuestos, reivindican el ejercicio colectivo de autoproducir sus memorias e invertir los designios de las burocracias institucionales.¡Quieto Pelo! (2008-2018) de Liliana Angulo Cortés (Colombia), exhibe las creaciones realizadas por mujeres peluqueras afrodescendientes, pertenecientes a un mapa de diásporas a lo largo del continente americano. Si desde los años 60 la cita Black is beautiful que las luchas activistas enuncian para contrarrestar las imposiciones estéticas y coloniales, en ¡Quieto Pelo! se traduce con fuerza el poder performativo en el cuidado colectivo y creativo  de peinados únicos; unidos por el proceso de transfiguración en un viaje de antiguas y nuevas memorias.En estas dos extensas investigaciones que las artistas Laura Anderson Barbata y Liliana Angulo Cortés vienen realizando, en clara oposición a los relatos culturalmente heredados, se hacen visibles no solo los mapas tradicionalmente coloniales, sino, la pregunta en cómo pensar el significado y la experiencia de la representación. En cómo las relaciones entre arte, vida y comunidad pueden construir procesos colectivos de autopoiesis, transferencias y reescrituras de sus memorias.

Actividades paralelas:
23 de agosto: Conversatorio con las exponentes, CCE.
Taller con Liliana Angulo Cortés “Técnicas de archivo y prácticas anti-racistas”. Dentro del Programa Traslado, 27, 28, 29 y 30 de Agosto, Arica.
3 de septiembre: Conversación sobre el cabello y las comunidades afrodescendientes con Antonia Olave, Marcelino Olave y Astrid González Quintero, CCE.

Entrevista en Artishock
http://artishockrevista.com/2018/09/11/laura-anderson-barbata-y-astrid-liliana-angulo-cortes-sobre-arte-y-activismos/Conversatorio 23 de agosto, 19:30 hrs. CCE, Santiago.Biobiochile.cl Arteagenda.cl Estoy.cl